ENTREGADOS LOS PRIMEROS HUERTOS SOCIALES

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Se han entregado ya 27 de las 40 parcelas preparadas

En la mañana de ayer se realizó la entrega de los primeros 27 huertos sociales del proyecto que Cáritas ha puesto en marcha tras muchos meses de trabajo. Una iniciativa que ha contado con la colaboración del consistorio arnedano, de la Asociación de Participación Ciudadana y también de una veintena de empresas privadas a las que desde Cáritas agradecen su implicación con este programa. No ha faltado tampoco la colaboración de personas voluntarias que han puesto su tiempo y sus conocimientos al servicio de esta iniciativa, que con mucha ilusión ha visto la luz, gracias por supuesto a los primeros agricultores que cultiven estas parcelas.

Fundamental para la puesta en marcha de los huertos fue encontrar el terreno, una parcela de más de 9.000 metros cuadrados que la familia Sopranis cedió a Cáritas. Ahora este espacio baldío se llenará de vida gracias a las relaciones sociales que se establezcan y a las distintas especies naturales que crezcan en él.
El terreno ha sido dividido en unas 40 parcelas de 100 metros cuadrados cada una, excepto las destinadas a los colegios arnedanos, de 300 metros cuadrados. Los utensilios de trabajo, como azadas, palas o carretillas se guardarán en un contenedor cerrado con llave al que todos los propietarios de los huertos tendrán acceso y se establecerá un sistema de riego por goteo, para evitar desperdiciar un recurso tan necesario como es el agua. Todo está preparado ya para que quienes deseen potenciar su faceta de agricultor puedan hacerlo con total comodidad.

Desde el Ayuntamiento también han mostrado su satisfacción por el desarrollo de estos espacios donde esperan se cultive mucho más que verduras y frutas, y se convierta en un entorno para la convivencia, el diálogo y los valores.

El primer paso es quitar la hierba y acondicionar la tierra para poder empezar a plantar. Los primeros agricultores están deseosos de hacerlo como es el caso de Tayyeb Ali, procedente de Paquistán. Él lleva siete años en España, su padre 17, y conoce el trabajo en el campo. Con mucha ilusión esperan comenzar a trabajar en su huerto junto al resto de sus vecinos de parcela. Ana por el contrario no tiene conocimiento en agricultura, pero eso no ha mermado su deseo de tener su propia huerta.
Encontrar una salida laboral en el campo, estar en contacto con la naturaleza o ser capaces de cultivar sus propios productos, cada uno tiene un motivo por el que llevar uno de estos huertos sociales en los que junto a patatas, tomates o cebollas también crecerán valores como la convivencia, el respeto a nuestro entorno o la solidaridad.